Para poder ver los vasos sanguíneos
en una radiografía, se necesita inyectar un agente de contraste en la sangre. De
no ser así, el haz de rayos X atravesaría los vasos sin aparecer en la imagen.
Los agentes de contraste se utilizan también para visualizar otras cavidades
como el tracto gastrointestinal.
Hoy en día se utilizan compuestos
a base de yodo como contraste pero entre 1930 y 1955, los agentes que se
utilizaban contenían dióxido de torio. Los compuestos con torio producían unas
imágenes excelentes debido a una alta opacidad del torio.
Dos de estos agentes que contenían
torio eran Thorotrast y Umbrathor. Por desgracia, el torio es radiactivo y el
cuerpo tiene a retenerlo durante mucho tiempo después de la inyección. En
particular, se acumula en el hígado, el bazo y la médula ósea. El torio se
descompone emitiendo radiación alfa, que si bien no ofrece problemas inmediatamente,
a largo plazo se convierte en una bomba de relojería.
Pero debido a la alta calidad que
ofrecía el torio y la inexistente aparición de efectos secundarios a corto
plazo, en comparación con otros agentes de contraste, Thorotrast se convirtió
en el más usado desde su introducción en 1931.
Desde principio de los años 30
hasta mediados de los 50, varios millones de personas fueron inyectadas con
Thorotrast, y gran número de estas personas desarrollaron cáncer más de 20 años
después de esta inyección.
Hoy en día existen diversos tipos de contrastes. Por lo general, para la visualización de los vasos sanguíneos se utiliza principalmente yodo y las soluciones para el tracto gastrointestinal contienen bario.
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